Winter define la motivación de poder como la necesidad de tener impacto, control o influencia sobre otra persona, grupo o el mundo en general.
McClelland distinguió dos formas de expresar la motivación de poder:
El poder personal, cuyo objetivo es ejercer la dominación sobre los demás y que es el punto de vista más habitual cuando se habla de motivación de poder.
El poder social, cuyo objetivo es contribuir al beneficio o bienestar de los demás y en este sentido se le considera la cara positiva de la motivación de poder.
Patrón de comportamiento de las personas con motivo de poder elevado
Son personas tendentes a participar activamente en todas las situaciones de grupo, intentando dominar y controlar en la medida de sus posibilidades los comportamientos de los otros,aunque no siempre lo consiguen (depende de otras habilidades: sociales, etc, que no siempre tienen).
Suelen ejercer profesiones influyentes en las que tienen la capacidad de controlar de una u otra forma las conductas de otras personas. También suelen elegir deportes competitivos.
Suelen tener posesiones que representen símbolos de estatus, poder o prestigio.
Según algunos estudios, estos sujetos recuerdan más experiencias de impacto emocional que el resto de las personas, añadiéndole detalles fantasiosos para hacer la historia más espectacular cuando la cuentan; posiblemente para llamar la atención y hacerse visibles a los demás.
Parecen recordar más hechos relacionados con temática de poder que hechos de contenido neutro.
En general, se cree que las personas con alta motivación de poder reconocen sentir mayores impulsos agresivos que las personas con una puntuación baja en este motivo.
Suelen elegir como amigos o compañeros a personas dependientes y poco populares a las que pueden manipular con facilidad.